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sábado, 19 julio, 2025

Una camiseta de River, codiciada en el mundo del coleccionismo, está en Córdoba

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Hay camisetas y camisetas, no todos son iguales… al menos para el increíble mundo del coleccionismo.

Y hay hombres que coleccionan silencios; otros, nostalgias. Leandro Fowler colecciona camisetas. No como quien acumula telas con escudos, sino como quien guarda secretos del tiempo entre hilos, texturas y memoria. En su casa de Córdoba, donde la tarde cae con la misma dulzura con la que él acomoda sus tesoros, una nueva prenda llegó para ocupar un lugar sagrado. No llegó como llegan las cosas que se compran, sino como se reciben los milagros: con emoción contenida, con respeto y con una suerte de temblor en los dedos.

La camiseta que ahora posa sobre una percha de madera pulida, no es cualquier camiseta: es una pieza difícil, casi imposible, codiciada en el mundo subterráneo del coleccionismo furioso. Leandro lo sabe, y por eso por estas horas está feliz; se le nota en su voz. Dice que es la camiseta más fina que haya tenido River en su historia, y al decirlo, sus ojos brillan con el mismo fulgor con que brillan las cosas bien hechas. Ese logo en cursiva, tan sutil como una caricia, le parece un acto de belleza. Y tal vez lo sea.

Porque en el mundo del coleccionismo, donde todo tiene un precio pero no siempre un valor, esta camiseta es testigo y testimonio.

El «Santo Grial» cordobés

¿Por qué es tan cotizada esa camiseta?

«¿Por qué es tan cotizada esa camiseta?», le preguntamos en Perfil Córdoba a este coleccionista cordobés, oriundo de Río Cuarto. Y él explica, con paciencia. «Yo creo que por cuatro o cinco cosas», avisa. Y luego comienza a describir: «Porque es única e irrepetible. Prácticamente no hay. Existen muy pocas. Porque fue intervenida o adaptada por la utilería, cosa que a los coleccionistas nos fascina, no solo depende del dorsal del jugador para que sea costosa. Porque es la camiseta más fina y más linda estéticamente de la historia del club más grande de la Argentina. Su existencia es el pasado-presente-futuro del diseño, material y estilo de camisetas, todo junto en una sola», advierte,

Pero sigue, emocionado, narrando las cualidades de esta casaca de River Plate. «Porque, tanto en ésta como en sus otras versiones, la diferencia entre la camiseta que vendían en casas de deportes y la de los jugadores era muy notoria, lo cual la hace más especial. Porque tiene una carga simbólica muy fuerte. No solo representa a un club o a un jugador en particular, sino que encierra una historia que los coleccionistas valoramos profundamente: un momento irrepetible».

Y basta de misterios. ¿Cuál es ese momento? Y entonces, por fin, Leandro cuenta: «Un Superclásico con Boca de visitante en la Bombonera, con ambas hinchadas, con un resultado de 3 a 0 a favor de River, en un día de lluvia, Román (Riquelme) mirandolo desde el banco porque estaba lesionado, River tocando una sinfonía del medio para arriba; Ledesma, Cambiasso, Coudet, Zapata, D’Alessandro, Ortega y Cavenaghi; la línea de 3 con la que jugó Ramón (Díaz) casi todo el torneo que anduvo bárbara, de hecho, el defensor Ricardo Rojas hizo un gol antológico ese día con la que se inmortalizó el partido: “la vaselina de Rojas”; y la frutilla del postre es la leyenda de Ángel Comizzo en el arco, que a sus 40 años parecía un pibe: ese día sacó todo lo que tenía que sacar», narra pletórico Fowler.

El colecionista cordobés explica: «En este caso, se suma la dificultad para conseguirla: no hay muchas, y las pocas que existen están guardadas bajo siete llaves. Y el plus de está en que el 22 está impecable. Para mí eso es muy importante y define mi gusto. A otros coleccionistas quizá les importe menos el estado de las camisetas. Ah, y River finalizó el torneo Clausura 2002 saliendo campeón anticipadamente».

Hay camisetas y hay camisetas. Hay historias y hay historias. Y hay hombres como Leandro Fowler apasionados por ambas cosas.

– ¿En qué momento exacto supiste que esa camiseta tenía que ser tuya?
– A veces uno lo sabe apenas ve una foto. Hay camisetas que te golpean emocionalmente, que conectan con tu historia como hincha, como coleccionista o con tu infancia. En este caso, fue una combinación de historia, rareza y admiración por lo que representa en el mundo del coleccionismo de camisetas la “Budweiser Finito”. Desde que me inicié, hace más de 15 años ya, se hablaba de ella en el viejo Facebook. Fue un clic instantáneo: esa camiseta no podía estar en otro lado que no fuera en mi colección.

– ¿Cuándo la conseguiste?
– La conseguí hace poco, después de 15 años de búsqueda y gestión. No fue una adquisición casual: hubo que investigar, esperar y estar en el momento justo. Son esas piezas que no aparecen dos veces, y más en esa condición ideal.
Agradezco a todas las personas que participaron de principio a fin para que la camiseta esté en mi poder.

Cinco años detrás de una camiseta especial

Una camiseta especial

En el universo del coleccionismo futbolero, hay camisetas que no solo visten jugadores, sino que encapsulan momentos irrepetibles de la historia. Y es el caso de la camiseta de esta camiseta, que los coleccionistas de River apodan la ‘Budweiser Finito’, una de las piezas más raras y apreciadas en la historia del club.

Esta camiseta fue utilizada oficialmente en dos partidos clave: el 10 de marzo de 2002, en el Superclásico frente a Boca Juniors, donde River ganó 3‑0 en La Bombonera, y el 13 de marzo de 2002, en la Ciudad de México, durante el empate 0‑0 frente al América, por la fase de grupos de la Copa Libertadores 2002.

Leandro explica: «Durante las cinco fechas anteriores del Torneo Clausura 2002 y algunos amistosos previos, River había jugado con las casacas de la temporada anterior: camisetas de la marca de las tres tiras, modelo Equipment o Climalite, adaptadas sin sponsor —casi las mismas que debutaron a mediados del año 2000, pero lisas, sin la publicidad de Quilmes—. Debido a la crisis económica que provocó el cierre de la fábrica local de Adidas, se demoraron los modelos de doble tela que debían debutar en enero o febrero».

Una historia que a los coleccionistas les encanta. «Con el nuevo contrato con Budweiser recién firmado y sin stock de camisetas actualizadas, la utilería debió improvisar en emergencia. La solución fue intervenir las camisetas disponibles: a las de manga larga se les cortaron las mangas y se les cosió un ruedo, eliminando el puño negro original; a las de manga corta se les dobló la cinta negra tipo fleje que las caracterizaba y también se cosió el ruedo para disimularlo».

Sobre esas camisetas adaptadas (que se usaron durante las primeras cinco fechas), se aplicó el nuevo sponsor con una felpa negra muy fina, tanto en el pecho como en la espalda.

Pero lo que da nombre a esta camiseta no es solo la textura de la felpa, sino el tipo de logotipo que se utilizó: una versión estilizada, en cursiva, mucho más delgada y sobria que el logo comercial habitual. Budweiser al frente, Bud atrás. Fino, sutil, elegante. De ahí el apodo: ‘Finito’.

«La rareza no termina ahí», cuenta Leandro. Es que los jugadores usaban una por cada tiempo, como de costumbre, y las reutilizaban en otros partidos. Además, no podían intercambiar camisetas, ya que había muy pocas unidades disponibles. Tras los dos partidos mencionados, la camiseta fue retirada. En la séptima fecha del Clausura 2002, contra Banfield, el equipo salió al campo con la “Bud Finito” únicamente para la foto oficial exigida por el nuevo sponsor. Abajo llevaban camisetas violetas en homenaje a la amistad River–Torino.

Por eso, para Fowler esta camiseta es mucho más que una rareza: es una obra de arte. “Es la camiseta más fina que haya tenido River en su historia. No solo es importante por su escasez, sino por cómo está hecha. Ese logo en cursiva le dio un toque de distinción único. Es delicada, sobria, hermosa., le cuenta a este cronista.

Esta camiseta fue fabricada en Inglaterra o Túnez, dependiendo el año, con la tecnología Equipment o Climalite, con escudo bordado artesanalmente, cuello negro entero con una delgada línea roja, una tira roja y negra que atraviesa cierta parte del pecho y detalles internos antirrozaduras —tanto en la parte interna del escudo como en la parte interna del logo de la marca—.

– ¿Cuántas camisetas tenés?
– Mi colección ha tenido momentos de mucho crecimiento, de depuración y también de redefinición. Hoy conservo varias decenas, enfocadas en piezas realmente especiales: usadas en partidos oficiales, con historia comprobable, muchas firmadas o con photomatch. Hubo momentos en que pasé las cien, pero con el tiempo aprendí que el valor no siempre está en la cantidad.

– ¿Qué significa para vos como coleccionista tener esta pieza tan buscada?
– Es una mezcla de satisfacción, orgullo y, sobre todo, responsabilidad. Tener una camiseta tan buscada implica también preservarla, documentarla bien y compartir su historia. Para mí, no es solo tenerla guardada: es también ponerla en valor, mostrar lo que significa, por qué es tan especial.

– ¿Has sentido alguna vez celos por una camiseta que otro consiguió y vos no? ¿Cómo metaboliza la derrota un coleccionista?
– Sí, claro. A todos nos pasó alguna vez. Pero con el tiempo aprendés a canalizarlo. Al principio duele, como toda pasión mal correspondida. Pero después entendés que hay piezas que simplemente no están destinadas a vos. La clave es seguir buscando, disfrutar el camino y aprender a alegrarte también por los logros de otros. Porque esto no es solo una competencia: es una comunidad con historias que se entrecruzan.

Leandro Fowler junto a la camiseta 22 que usó Víctor Zapata en aquel recordado superclásico de la «vaselina de Rojas».

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