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lunes, 16 junio, 2025

Cristina condenada

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En 1800, en los nacientes Estados Unidos de América se produjo un ataque furioso en contra de uno de los candidatos que rompía con los valores y las buenas costumbres de la época. Era un hombre blanco, acusado de mantener una relación extramarital con una amante negra, con la que tuvo varios hijos a los que no reconoció legalmente. Sus opositores le acusaron de ser ateo fanático, un revolucionario. Tenía todos los elementos para ser una persona repudiada a nivel nacional en esa época. Como dice Joseph Napolitan en su texto La Campaña Negativa, aunque todos los cargos eran más o menos ciertos, el pueblo tuvo el acierto de elegirlo como tercer presidente de los Estados Unidos. Thomas Jefferson pasó a la historia como uno de los padres fundadores de la nación, y principal autor de la Declaración de Independência de los Estados Unidos. En los monumentos que le han hecho por todos lados, no consta algo sobre su desordenada vida personal, sino su aporte a la historia de la nación.

Cuando se dio la Guerra de Independencia en América Latina, no reclutaron a sus generales pidiéndoles sus declaraciones de impuestos actualizadas, ni la explicación del origen de sus patrimonios. Uno de los más importantes fue un abigeo cruel que se unió a los rebeldes con su banda, e hizo carrera demostrando su talento militar. En varios países de Sudamérica se encuentran monumentos en su memoria. En ninguno dice “al abigeo NN”, sino a NN, padre de la patria.

Quienes han sido elegidos presidentes en nuestros países, tienen méritos que la historia reconoce a la larga, que opacan a las acusaciones de corto plazo que les hacen sus enemigos enconados.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Mauricio Macri tiene un lugar en la historia por haber sido quien inició y lideró un proyecto que engrandeció a la Ciudad de Buenos Aires por dos décadas, por ser el primer presidente ni radical, ni peronista elegido en un siglo. También por ser el primer mandatario no peronista que pudo terminar su período en cien años. Ahora puede parecer un hecho baladí, pero hasta que Macri asumió el poder, la idea de que solo los peronistas podían manejar el país estaba arraigada en la mayoría de la gente. Dentro de un siglo se lo recordará por eso, no porque se discute si alguno de sus empleados trató de espiar a alguien.

Todavía no se sabe porqué constará Milei en la historia. Produjo una transformación radical en el país, hace y pretende hacer una serie de cosas trascendentes que lo ubicarán para bien o para mal. Lo seguro es que lo más importante de su biografía no será si apoyó o no, a la criptomoneda Libra cuando apareció.

Cristina Fernández es la primera mujer que logró ser elegida presidenta en la historia argentina, cuando hasta hace poco las mujeres no tenían ni siquiera el derecho al voto. Lo hizo con sus propias fuerzas, no porque la arrastró a esa posición la muerte del presidente titular, como ocurrió con Isabel Martínez. En el 2007 y el 2011 ganó ampliamente, en una sola vuelta, y en el 2019 por interpuesta persona, cuando colocó a Alberto Fernández en la Casa Rosada. Ha sido el personaje político más importante de Argentina en lo que va del siglo XXI. Dentro de unos años será recordada por estas razones y no porque hubo irregularidades en contratos para hacer obras viales.

En los medios y especialmente en los alternativos, aparecen voceros que atacan de forma desmesurada a Cristina, Mauricio y Milei. Confunden de manera tendenciosa la moral con la política. Los tachan de criminales y los descalifican a todos con la liviana agresividad propia de la era de internet, sin tomar en cuenta que los presidentes, gobernadores, legisladores, representan a millones de ciudadanos que los han elegido, merecen el respeto de cualquier comentarista. Lo que es peor, los propios líderes caen en la misma actitud, calumnian, atacan, insultan, logrando que el conjunto de la población haga una injusta síntesis, mala para la democracia: todos los políticos son una basura y hay que prescindir de ellos.

En los medios aparecen voceros que atacan de forma desmesurada a Cristina, Mauricio y Milei. Confunden de manera tendenciosa la moral con la política.

El periodista del Washington Post, Bob Woodward, fue quien develó el caso Watergate que llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon. Con su colega, recibió la información de “Garganta Profunda”, acerca del proceder del presidente, quien había mandado a espías disfrazados de fontaneros, a instalar micrófonos para espiar al Partido Demócrata. En su libro Shadow: Five Presidents and the Legacy of Watergate, Woodward afirma que las sombras que se formaron por el escándalo Watergate fueron tan intensas y produjeron efectos en los siguientes veinte años. Es apasionante saber cómo personajes involucrados en uno u otro bando del caso Nixon, siguieron haciéndose daño durante los períodos de los siguientes cinco presidentes norteamericanos. El periodista dice que un hecho tan traumático como la renuncia de un presidente, produce en el largo plazo graves consecuencias en la sociedad.

Leí por primera vez el texto hace años, y aplicando esta teoría tuve una hipótesis para explicar la caótica política argentina y peruana, que vienen de los traumas provocados, no por la renuncia de un presidente, sino por la muerte de miles de personas en los 70. El país está recostado sobre una bomba de tiempo. En las elecciones realizadas en varias provincias y en la Capital Federal, está claro que existe alrededor de un 50% de argentinos que, con su abstención, rechaza a todas las opciones políticas, tanto de gobierno como de oposición. Cuando anticipamos la posibilidad de que creciera la candidatura de Milei, lo hicimos porque los números dejaban claro que la mayoría de los argentinos quería un cambio radical, que podía ser personificado por un líder como él. Con el ejercicio del poder, La Libertad Avanza, para muchos, se ha convertido en otro de los partidos de siempre, que se dedica a la pelea con otros políticos, sin atender a sus demandas y sueños.

La condena y proscripción de Cristina puede tener efectos importantes. Más de un 60% de los argentinos la creía culpable en los juicios que se le siguen y un 30% la creía inocente. Sin embargo, no hay que perderse en los números. El 40% de quienes han votado por ella o por sus patrocinados en las últimas elecciones también la creía culpable, y sin embargo, la respaldaban. Es erróneo suponer que la quieren presa todos los que la creen culpable. Quienes odian a Cristina son un 20% que querría verla humillada en la cárcel. La venera otro 20% que la querría en los altares. El 60% tiene sensaciones encontradas, que se desarrollarán en una u otra dirección según lo que ocurra.

Pasa lo mismo cuando analizamos los casos de Macri y Milei. Hay minorías que tienen posiciones extremas, pero la mayoría cree que todos los políticos son de dudoso comportamiento y no está dispuesta ni a matar por ninguno de ellos, ni a fundar una nueva religión que los deifique.

Los efectos políticos de la condena a Cristina son complejos. Si la brutalidad de quienes la persiguen los lleva a condenarla físicamente a la cárcel, negándole la presión domiciliaria que le corresponde por edad, habrán iniciado su proceso de beatificación.

Además de ser una figura política de su dimensión, es una mujer de la tercera edad. Su atropello mueve nuestras fibras más profundas, que compartimos con la mayoría de primates. Si vemos que un grupo de machos abusivos golpea a una anciana en la calle, reaccionamos en contra de los agresores. No solo es un tema ético. Son formas de proceder que tienen que ver con elementos que están en los genes de los humanos menos brutales.

Dentro de los valores predominantes en la sociedad contemporánea, pesa también la contradicción entre ricos y pobres. Era difícil instalar un liderazgo nacional de alguien como Mauricio Macri, visto como alguien perteneciente a la oligarquía. Es posible que al final, Evita y Cristina tengan más dinero que Macri, pero han sido las abanderadas de los pobres. Cristina nació en una casa sin cloacas de los suburbios de Tolosa, hija de madre soltera, recibió el apellido de la nueva pareja de su madre, un chofer de apellido Fernández. Vivió una infancia llena de privaciones logró, por sus méritos, estudiar derecho en la universidad, se casó con un político santacruceño y ha llegado a ser lo que es por sus propios méritos. Es una figura histórica parecida a Eva Perón, idolatrada por unos, detestada por otros, pero en un lugar excepcional.

El socialismo del siglo XXI, en el que inscribió su versión del peronismo, está en retirada. Correa y su denuncia del fraude con la tinta mágica de la India es objeto de mofa en Ecuador, Maduro, Ortega y Evo Morales tratan de mantener el poder por la fuerza.

La condena de Cristina le da un nuevo empujón a un peronismo que podrá ocultar sus profundas divisiones en medio del ruido. Lo lógico es que se una en torno a Cristina, y enfrente las próximas elecciones en mejores condiciones de las que parecía vivir. Si el candidato de la oposición es un macho alfa muy bruto, lo más probable es que el peronismo gane en la Provincia de Buenos Aires. La figura de una Cristina que ya no puede ser candidata, pero puede convertirse en la líder moral del sector es potente.

Es difícil que, haga lo que haga, Cristina reedite el camino de vuelta al poder que transitó Luiz Inácio “Lula” da Silva. El cristinismo acumuló ofensas y persecuciones que hacen imposible que ella encabece un amplio frente anti-Milei. Cuenta con una base firme de partidarios, minoritaria, y con una mayoría que nunca votaría por ella, aunque sea apoyada por todos los demás partidos argentinos como lo logró Lula. Demasiadas persecuciones y un estilo tan confrontativo, la llevó a un aislamiento definitivo. Corre con el mismo destino de los demás lideres del agonizante socialismo del siglo XXI.

Aunque tenga éxito en las elecciones provinciales próximas, el peronismo no tiene la fuerza suficiente para enfrentar a Milei en el mediano plazo. La mitad de los argentinos que se abstienen en las elecciones, tienen una antipatía marcada hacia Milei y hacia al peronismo. Habrá que construir una alternativa amplia.

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