De jugar al Call of duty a convertirse en el protagonista de uno de los mayores robos de la industria cripto. En simples palabras, eso resume la historia de Ellis Pinsky -también conocido como Baby Al Capone-, un joven de 15 años que, en enero de 2018, hackeó el teléfono del empresario Michael Terpin y hurtó 562 bitcoins, valorados en aquel entonces en 24 millones de dólares.
Inmerso en los videojuegos, pero también en sus estudios y en el deporte, nadie de su entorno imaginó que, con apenas 12 años, Pinsky ya comenzaba a dar sus primeros pasos en el mundo del cibercrimen. “Ellis es un gamer. Ese era su principal interés”, comentó un allegado al joven a New York Post.
Pinsky pasaba horas en plataformas como Discord y Skype, donde cientos de usuarios presumían sus habilidades digitales. “A partir de ahí, empezó a interesarse en robar nombres de usuario geniales”, añadió la fuente. Así, el joven aprendió a usar Wireshark, un programa para rastrear direcciones IP, y realizar ataques DDoS, técnicas de doxxing e inyección de SQL en bases de datos. Además, colaboró con grupos de hackers como Lizard Squad, quienes derribaron los servidores de Microsoft y Facebook a mediados de la década pasada.
A los 13, ya era miembro de OGUsers, una comunidad de hackers especializada en cuentas valiosas de redes sociales. Su principal habilidad era extraer terabytes de datos de múltiples bases de datos.
Sus conocimientos escalaron a un nuevo nivel cuando, en 2016, descubrió la técnica de SIM swapping. Esta consiste en engañar a operadoras telefónicas para que transfieran el número de teléfono de una víctima a una SIM controlada por el atacante, de manera que permite interceptar códigos de verificación, leer correos e incluso acceder a carteras de criptomonedas.
El 7 de enero de 2018, Pinsky recibió un mensaje de un usuario apodado Harry para hackear un teléfono de la compañía AT&T. El dispositivo pertenecía a Michael Terpin, empresario y referente del sector cripto en aquel entonces.
A través de la famosa técnica de SIM Swapping, los hackers no solo tomaron control del celular, sino que también se toparon con un archivo en Outlook bajo el nombre de “Claves”. Esa fue la llave para desbloquear varias carteras digitales. Solo en una encontraron 900 millones de dólares en criptoactivos, aunque no lograron obtener un acceso completo. Sin embargo, en otra cartera detectaron 3 millones de tokens Triggers, a siete dólares cada uno.
Tras el robo, solo restaba “blanquear” los tokens y transformarlos en bitcoin en el exchange de criptomonedas Binance. Para esto, Pinsky realizó un posteo en Twitter solicitando la ayuda de un experto.
La conversión fue realizada con éxito, pero la maniobra no pasó desapercibida: las comisiones eran extremadamente elevadas y el precio del token caía en tiempo real como consecuencia de la venta a gran escala. De esta manera, consiguieron acumular 562 bitcoins, equivalentes a 24 millones de dólares.
De la noche a la mañana, Pinsky pasó a tener una vida de lujos: vestía ropa de marcas como Louis Vuitton y Supreme y compraba los mejores relojes, según informó New York Post. Sin embargo, el temor a ser descubierto por el FBI lo atormentaba y comenzó a tener episodios de ansiedad.
La vida de Pinsky volvió a dar un giro rotundo en 2018, cuando su madre recibió un correo de Terpin en el que acusaba a su hijo del robo. “Esta fue la primera vez, a los 16 años, que me di cuenta de que este videojuego en el que he estado viviendo durante varios años se hizo real. Y necesito abordar esto”, señaló el joven.
Luego de un largo proceso legal, el hacker devolvió los 562 bitcoins, un reloj y el dinero en efectivo. Terpin decidió ir por más: exigió 71,4 millones de dólares amparándose en la ley RICO, que autoriza a triplicar las indemnizaciones en casos vinculados al crimen organizado. Sin embargo, no logró recuperar esa suma, ya que no se hallaron más bienes a nombre del joven.
Terpin siempre creyó que Pinsky había ocultado una fortuna obtenida a través de robos similares, y por eso insistía en reclamar una suma tres veces mayor a la que le fue sustraída originalmente. Esta tensión escaló a situaciones extremas, como el allanamiento de la casa familiar en busca del dinero.
Hoy, Pinsky intenta dejar atrás ese pasado. Está estudiando en la universidad y es el fundador de Rentr, una aplicación destinada a la compraventa entre particulares. “Quiero profundamente distanciarme de todas estas cosas. Es tan feo, tan malo, tan asqueroso. No hay nada más que quiero hacer que seguir adelante”, dijo.
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