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domingo, 13 julio, 2025

Milei, un libertario en la cornisa

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El Gobierno asiste a una creciente licuación de su autoridad. Enfrentado a escándalos (fraude de $Libra y las valijas de Laura Arrieta), aparece como gestor de una estabilidad económica precaria.

Ensordecido por su propia estridencia, Javier Milei creyó en el poder eterno del látigo. Auto-percibido emperador moderno denigró y basureó a enemigos, rivales y aliados. Enamorado de la técnica política de la polarización, dragó su propia base de apoyo: esa casta política que dio sus votos a la Ley Bases y avaló la alternancia autoritaria entre decretos y vetos. Este jueves, la oligarquía del Senado le escupió la cara. Entregándose a la demagogia, quienes perciben más de $9 millones por mes se erigieron en voceros de jubilados, personas con discapacidad, trabajadores de la salud y demás sectores en lucha.

El Gobierno asiste a una creciente licuación de su autoridad. Enfrentado a escándalos (fraude de $Libra y las valijas de Laura Arrieta), aparece como gestor de una estabilidad económica precaria. Editado o no, el periodista-operador Alejandro Fantino dejó al descubierto esa endeblez. Distante, el mundo tampoco colabora: Donald Trump acaba de re-declarar la guerra comercial. La economía doméstica no ofrece mejor rostro. Herramienta electoral, el dólar atrasado facilita el descontrol importador al tiempo que alimenta un consumo “a dos velocidades”, que incide en la polarización social.

Desafiante, el malestar social emerge en cada paro por salario o contra los despidos; en cada movilización. Emergió, por ejemplo, el martes, aun de madrugada, en el combativo corte que trabajadores, trabajadoras y jóvenes hicieron sobre Panamericana. La Argentina contenciosa mueve sus músculos, confrontando a un Gobierno que, tras 17 meses de gestión, solo logró empeorar el (mal) vivir de millones. La lucha de clases se ofrece como único escudo ante la avanzada del poder económico. Esta semana volverá a marcar agenda: el miércoles 16, de la mano de jubilados y jubiladas; el jueves 17, en la marcha convocada por el Garrahan a la que adhieren numerosos sectores.

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El fantasma de la (in)gobernabilidad vuelve a recorrer los pasillos de la Casa Rosada. Ronda la lujosa sede la Asociación Empresaria Argentina, en Puerto Madero. Va, incluso, más allá de las fronteras nacionales, hacia Washington, Wall Street y Mar-A-Lago.

Una técnica política en crisis

Surfeando la potente ola de la bronca popular, Javier Milei asumió al frente de una gestión institucionalmente débil. Más que en el -siempre difuso- apoyo de las encuestas, su capacidad de imponer agenda se sostuvo en lo que representaba: el programa de ajuste feroz de la élite económica. La misma que digitó los lineamientos finos de la Ley Bases. Que definió, también, los trazos gruesos de toda la política anti-obrera y antipopular que ejecutan Caputo, Sturzenegger y cía. Pasando por encima de los deseos de la camarilla gobernante, ese poder decidió -Corte Suprema mediante- la proscripción política de Cristina Kirchner. Lo que hemos llamado intento neo-libertador está inexorablemente atado a apellidos como Rocca, Magnetto, Saguier o Galperin.

Ese programa social de ajuste tejió la unidad política de radicales, macristas y fracciones significativas del peronismo, garantizando votos para las leyes de ajuste. Amalgamó la voluntad del Poder Ejecutivo nacional y las provincias. Subordinó a la burocracia sindical cegetista, que eligió la tregua duradera, interrumpida por paros y marchas aislados. Su fuerza de atracción llegó incluso a las fronteras del kirchnerismo. Antes de ser detenida, Cristina Kirchner ensayó varias veces el argumento de la “actualización laboral”. Repitió, también, sus históricas críticas al derecho a huelga de la docencia [1].

Sentados sobre ese malestar social, los gobernadores eligieron patear el tablero. El “destrato” político y las limitadas partidas de recursos parieron la “rebelión” que llegó al Senado. En el país del ajuste permanente, la colaboración no podía ser eterna.

Imposible saber hasta dónde llegará el duelo. Ocupantes casi perpetuos del poder, los mandatarios provinciales se preparan para la negociación. Esperan que el llamado de atención sea suficiente. Caminando al borde de la cornisa, el presidente gruñe: amenaza con el veto y con judicializar la sesión parlamentaria. De imprevisibles resultados, ambas opciones podrían preparar un salto en la crisis, derritiendo aún más su alicaída autoridad.

La técnica política del látigo y el insulto parece agotada. En este escenario, Victoria Villarruel calienta motores. Un derrumbe político de Milei puede ser su oportunidad. En la semana que pasó, rompió dos veces la “cadena de mando” oficial. La primera cuando -superando las “inclemencias climáticas”- viajó a Tucumán el 9 de julio. El presidente quedó ridiculizado. La segunda, el jueves, cuando presidió la sesión del Senado.

El poder económico no ofrece reparos a la vicepresidenta. En esta entrevista Emilia Delfino contó que Villarruel halló una puerta a los grandes medios de la mano de la familia Saguier. La Generala –título del nuevo libro de la periodista– tiene condiciones para encarnar el ideario reaccionario que el gran capital requiere [2]. A la tradición de la cruz y la espada sumó esta semana el poncho. Desde su tumba, Leopoldo Lugones aplaude [3].

Del estrés económico…

Hace tiempo, un dirigente marxista reseñó que “la política es economía concentrada”. La “rebelión” de los gobernadores y la desobediencia de Villarruel condensan un malestar económico y social masivo. La vida cotidiana se ha tornado cara, agotadora y angustiante.

Reseñando ese estado de cosas, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA acaba de publicar un informe sobre el “estrés económico” que, a finales de 2024, alcanzaba a la mitad de la población del país.

Definido como

…la percepción de que los ingresos totales del hogar no alcanza para cubrir los consumos básicos habituales y sostener los patrones de consumo, declarando así también la imposibilidad de ahorrar.

Admite como variables la inseguridad laboral, el endeudamiento y la inestabilidad habitacional, entre otros factores. En ese océano de incertidumbres, se deshacen tanto las escasas promesas de futuro como las limitadas expectativas sobre el presente.

La creciente inestabilidad laboral asume un papel esencial en esa crisis. Precarización, subempleo y sobre-trabajo; facetas de una vida atada a trabajar. La situación es más dramática entre la juventud. Un reciente informe consigna que

…los jóvenes experimentan una tasa de informalidad significativamente más elevada que otros grupos etarios. En el cuarto trimestre de 2024, ésta era de casi 68%, 26 puntos porcentuales más elevada que la tasa global. O sea, casi 7 de cada 10 trabajadores con edades entre los 16 y los 24 años son informales [4].

Salvaje, el programa de reorganización social que pretenden Gobierno y grandes patronales apunta a profundizar ese estado de cosas. La llamada “peruanización” propone un país con menos sindicatos, menos derechos laborales y más facilidades para despedir.

…al odio de clase

Por momentos, Elizabeth habla con la voz quebrada. Transmite bronca. También transmite lucha

Hace 18 años que trabajo en la fábrica. Crié a mis hijas sola, lo que es muy difícil, trabajando domingo y feriados para que nada les falte. Como mis compañeros, tengo un legajo impecable. Ahora Georgalos me deja en la calle a los 53 años.

Su testimonio anuda gargantas en el auditorio de la Cámara de Diputados. Hay algunas lágrimas; estallan los aplausos cuando termina de hablar. Es el mediodía del viernes: rodeados de solidaridad, las y los trabajadores de Georgalos y Secco denuncian los despidos ilegales y la actuación del Ministerio de Trabajo de PBA, que permite las arbitrariedades patronales. Vienen de protagonizar un importante corte en Panamericana, tres días antes. Anuncian como sigue la lucha. Reciben el caluroso apoyo de diputados de distintos bloques; de organismos de derechos humanos; de numerosas organizaciones sindicales, políticas y sociales.

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Pinta Georgalos y pintarás el mundo. Elizabeth narra su historia; pero su voz es la de millones. Es la voz de esa clase trabajadora que, a diario, siente en el cuerpo ese desprecio patronal que tiene un solo objetivo: maximizar ganancias. Desde el pasado, retumba la voz de Karl Marx:

El capital no pregunta por el límite de vida de la fuerza de trabajo. Lo que a él le interesa es, única y exclusivamente, el máximo de fuerza de trabajo que pueda movilizarse y ponerse en acción durante una jornada. Y para conseguir este rendimiento máximo, no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de trabajo [5].

Ese desprecio alimenta las tensiones de clase; macera el odio social hacia los explotadores; abre el camino a una nueva subjetividad, que supere el estrecho horizonte de la conciliación de clases. Pero esto no es un resultado necesario de los acontecimientos. Es un punto de llegada; el objetivo de una permanente batalla en todos los terrenos.

En las Tesis sobre la filosofía de la historia, Walter Benjamin [6] afirmaba que la carencia de odio fue una de las grandes debilidades de la clase obrera alemana. Educada por el socialismo reformista alemán y el comunismo stalinista, encontró allí otro obstáculo al momento de enfrentar el ascenso fascista.

En Argentina, a lo largo de ocho décadas, la dirigencia peronista ofició de bombero del odio clasista que nacía desde abajo [7]. Convocando a imposibles “pactos” entre Capital y Trabajo, alimentó las tendencias a la conciliación de clases. Bajo la bandera de la “Producción nacional”, llamó al Congreso de la Productividad en 1955 y al Pacto Social en 1973. En nombre del “salariazo” y la “revolución productiva”, loteó el país con las privatizaciones de los años 90. Más acá en el tiempo, ansioso por parir una “burguesía nacional”, regaló el 25% de YPF a la familia de estafadores apellidada Eskenazi.

Hoy la conducción del peronismo convoca a la resignación. Propone repetir el camino del malmenorismo que encarnaron sucesivamente Scioli, Alberto Fernández y Massa. Transforma la lucha por Cristina Libre en larguísima campaña electoral. En la coyuntura, unidas por el espanto a una eventual derrota, sus diversas fracciones articulan una precaria unidad en Provincia de Buenos Aires. Pero la interna está lejos de haber terminado. La CGT, por su parte, sigue en el tiempo del pacto y la traición. Sentado en la mesa del Consejo de Mayo, Gerardo Martínez simboliza esa política. La mayor parte de esa dirigencia sindical se entrega a la febril tarea de acompañar a Axel Kicillof.

La conciencia, la fuerza y la organización de clase pueden y deben ser construidas. En el combate cotidiano de la lucha de clases, apostando a triunfar; en la batalla ideológica permanente; en la denuncia constante al gran empresariado y sus negociados; en la lucha política contra las corrientes políticas que ofrendan al capitalismo como “único” o “mejor sistema” posible. En la batalla por poner de pie nueva fuerza política de la clase trabajadora, un partido capaz de intervenir en los grandes combates de clase. La militancia política del PTS-Frente de Izquierda libra diariamente ese combate.

Organizar la batalla por el futuro

La carencia de una “idea de futuro” se ha vuelto lugar común del discurso político. Se presenta, muchas veces, como límite de cualquier proyecto opositor a la ultraderecha gobernante. El razonamiento asume que Milei y La Libertad Avanza son la única fuerza que brinda esa perspectiva. Nada más falso. El mileísmo es puro presente; carry trade de la vida, el aquí y el ahora de la ventaja rápida, aunque se hunda el mundo.

Ante esa exigencia, el peronismo intenta su propia fórmula. Reemplazando proyectos con palabras, Kicillof lanzó el “Movimiento Derecho al Futuro”. Se apoya, sin embargo, en la más eternizada de las castas: la burocracia de la CGT, atornillada a sus sillones hace décadas.

Gramsci proponía distinguir entre

…ideologías históricamente orgánicas, que son necesarias para una cierta estructura, e ideologías arbitrarias, racionalistas, «queridas». En cuanto históricamente necesarias, tienen una validez que es validez «psicológica»: organizan las masas humanas, forman el terreno en el cuál los hombres se mueven, adquieren conciencia de su posición, luchan, etc. En cuanto «arbitrarias», no crean más que «movimientos» individuales, polémicas, etc. [8].

La “batalla cultural” mileísta se estrella contra los límites de la realidad. Incapaz de “organizar masas humanas”, asume la forma de las rabietas presidenciales y la polarización política constante. Enojado ante una relación de fuerzas social y política aun adversa, se entrega al insulto constante.

El «Estado presente» fue el sistema de ideas con el que el kirchnerismo dirigió fracciones de masas por casi dos décadas. Pero ese proyecto -que tiene como variante el “capitalismo humanizado” (Grabois)- también naufragó contra otros límites: los de la estructura de clase del país. Chocó contra la élite económica a la que rinde pleitesía Milei.

No hay futuro sin vencer el poder de los Rocca, Magnetto y Galperin; sin liquidar el dominio despótico que el FMI ejerce sobre la vida nacional; sin poner la economía efectivamente al servicio de las mayorías trabajadoras y pobres. Aquí y más allá de las fronteras. El planeta sufre la guerra comercial, las tensiones militaristas y una profunda degradación ambiental. Bajo el látigo del capital, su destino es más barbarie. El futuro solo puede ser socialista. Conquistarlo depende de desarrollar la más amplia lucha de clases. De alcanzar la unidad de explotados y oprimidos.

Esa batalla por el porvenir se organiza desde ahora. En la pelea diaria para que las luchas en curso triunfen; para hacer efectiva la coordinación desde las bases; para lograr una unidad capaz de quebrar, desde abajo, la inercia traidora de la conducción de la CGT. El proyecto de una huelga general política, de un Cordobazo del siglo XXI capaz de triunfar sobre el plan de ajuste salvaje, se escribe en esos muchos combates cotidianos.

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NOTAS AL PIE

[1] Más allá de sus diferencias, las distintas alas del peronismo han recurrido en su discurso a la crítica al derecho de huelga docente. Sergio Massa lo hizo abiertamente en sus campañas electorales, proponiendo a la educación como “servicio esencial”. Juan Grabois, hace pocos meses, habló de aplicar “paredón” a docentes y directivos que faltasen. El mismo Kicillof demonizó el derecho de huelga de la docencia y avanzó más allá, descontado la jornada a las y los docentes que se adhirieron a distintas medidas de fuerza convocadas por sus gremios.

[2] “Puede haber abismos entre un liberal libertario y una conservadora católica. Pero Milei y Villarruel encontraron puntos inexplicables y hasta sentimentales en común. La intransigente posición en contra de la legalización y despenalización del aborto, la “batalla cultural” contra el progresismo, su desprecio por el ambientalismo, una relación estrecha y profunda con sus hermanas, el amor por los perros”. Delfino, Emilia, La Generala, Editorial Planeta, CABA, 2025, p. 15.

[3] No está demás recordar la simpatía política que mostraron sectores del peronismo hacia Villarruel. José Mayans, titular en el Senado de Unión por la Patria, fue uno de los más notorios. Sin embargo, el que se deshizo en elogios fue Guillermo Moreno. Hoy el ex funcionario y actual panelista está dentro de la alianza que el peronismo presentó en Provincia de Buenos Aires. Se ve que su simpatía hacia la defensora de los genocidas es un detalle.

[4] Informe panorama del empleo informal y la pobreza laboral. Junio 2025. Publicado por el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL) del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), dependiente de la UBA y el Conicet.

[5] Karl Marx, El Capital. Tomo 1, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2011, Pág.208

[6] Decía Benjamin en la Tesis XIII que a la socialdemocracia “le resultó agradable atribuir a la clase obrera el papel de redentora de las generaciones venideras. De ese modo, debilitó sus mejores fuerzas. En esa escuela, la clase obrera desaprendió tanto el odio como la voluntad de sacrificio. Pues uno y otra se alimentan de la imagen de los ancestros sometidos, no del ideal de los nietos liberados”. Citado en Löwy, Michael, Aviso de incendio, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003, p. 126. Una reflexión acerca de este tema fue realizada por Fernando Rosso en el programa Comunistas, que se emite por Bravo TV.

[7] Ya en 1944, en su celebre discurso en la Bolsa de Comercio, Perón había advertido que “lo que sigue primando en las clases trabajadoras es un odio bastante marcado hacia sus patrones (…) Existe un encono muy grande; no sé si será justificado, o si simplemente será provocado, pero el hecho es que existe”. Citado en Doyon, Louise, Perón y los trabajadores, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006, p. 81.

[8] Gramsci, Antonio, Antología, siglo XXI. Volumen 2, Buenos Aires, 2014, p. 364

Eduardo Castilla

X: @castillaeduardo

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

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