Cuatro días después de diluirse de mala manera contra la Argentina, Uruguay dio la cara, apeló a la fibra que llega desde la historia como un mandato y rescató de los 4150 metros de El Alto un 0-0 ante Bolivia que lo ayuda a sobrellevar este momento de transición futbolística sin el golpe de otra derrota. Cuando un partido se disputa más cerca de las nubes que del nivel del mar, el visitante juega como puede, no como quiere. El rendimiento está muy condicionado por la respuesta física, no siempre alcanza el oxígeno para que las piernas atiendan las órdenes de la cabeza.
Uruguay dejó todo y algo más para traerse un empate que matemáticamente certificó la clasificación de la Argentina al Mundial, justo cuando el plantel estaba en el ómnibus rumbo al Monumental. La imagen de Josema Giménez, inhalando oxígeno de un pequeño tubo cuando se jugaban los siete minutos de descuento, da una pauta de la paliza física que había sido el partido para Uruguay.
Con 32 remates intentó Bolivia derrumbar la barricada uruguaya. Los siete que fueron al arco se encontraron con un Sergio Rochet inexpugnable. Lo que no pudieron contener sus compañeros lo repelió el arquero. Y cuando ya nada alcanzaba, Carmelo Algañaraz no pudo empujar una pelota debajo del arco, con todo Uruguay fuera de acción. Casi un milagro, si bien en ese segundo tiempo de sufrimiento Uruguay pudo sacar algunos contraataques con Núñez y con quien le diera las piernas para acompañarlo. La Celeste no convirtió en seis de los últimos ocho partidos, pero en esta ocasión la falta de gol tuvo sus atenuantes.
Marcelo Bielsa podría haber hecho cambios en la formación por varios bajos rendimientos frente a la Argentina, pero en realidad ya estaba prevista la rotación por las características especiales que implica visitar a Bolivia a 4150 metros. Hubo cabida para tres jugadores que actúan en clubes mexicanos (Sebastián Cáceres, Brian Rodríguez y Rodrigo Aguirre) y están más habituados a los efectos de la altura. Quizá la sorpresa estuvo en las suplencias de Federico Valverde y Darwin Núñez, sustituidos antes de la media hora del segundo tiempo frente a la Argentina, en lo que fue interpretado como un señalamiento por la floja producción. Luego se comprobó que la planificación fue tenerlos frescos para el segundo tiempo; ambos ingresaron junto a Facundo Pellistri, otro que había naufragado en el Centenario contra el equipo de Lionel Scaloni.
El resumen del empate entre Bolivia y Uruguay
El Loco recibió algunos cuestionamientos del ambiente futbolístico charrúa por no haber incluido desde el comienzo a Luciano Rodríguez, que hace un mes demostró una gran resistencia física en La Paz en el empate entre Bahía y The Strongest, por la Copa Libertadores.
Con la vuelta de Ugarte -cumplió la fecha de suspensión-, Uruguay volvía a contar con su mejor recuperador de la pelota, un especialista indispensable para cortar a Bolivia lejos del área y liberar un poco a Bentancur en la conducción y el pase. Estuvo ordenado Uruguay en el comienzo, conseguía que los jugadores más ofensivos de Bolivia recibieran de espaldas, no concedía espacios. Y no resignaba la posibilidad de atacar, llegó con un remate de Bentancur y un cabezazo de Mathías Olivera. Los delanteros Viñas y Aguirre gastaban energías para correr pelotazos.
Con el paso de los minutos, la cancha se inclinó hacia Rochet. Es lo que ocurre normalmente en la altura: el local hace pesar su mejor adaptación, la capacidad para sostener el esfuerzo sin las pausas que necesita el visitante. Conducido por un Ramiro Vaca muy claro y preciso con la pelota, Bolivia empezó a inquietar. Terceros desequilibra por la derecha y Abrego era una amenaza constante dentro del área. A Uruguay no le quedó otra que replegar líneas, apretarse en su campo, redoblar marcas, hacer de las ayudas un sistema de supervivencia.
La pasó mal Uruguay en más de un momento. Rochet, el mejor contra la Argentina, debió estirarse de un palo a otro para despejar pelotas que vuelan y caen de manera diferente a como lo hacen a nivel del mar. Necesitado de renovar energías, Bielsa completó los cinco cambios apenas pasado el cuarto de hora de la segunda etapa: ingresaron Piquerez y Nandez para renovar el aire defensivo.
Vaca seguía siendo poco menos que incontrolable. Fue la figura de Bolivia. Un tiro libre del N° 10 salió apenas desviado y otro remate dio en un poste. Uruguay sufría, mientras se exprimía para frenar el alto ritmo local. Los zagueros Giménez y Cáceres multiplicaban para rechazar y cruzar. Aguantó Uruguay. Y en un momento en el que Bielsa parecía no dar en la tecla, este empate en circunstancias tan particulares lo deja mejor parado al comando del objetivo de ir al Mundial.
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