Casildo Herrera era un oscuro y mediocre burócrata sindical que dirigía la Asociación Obrera Textil y producto de la rosca peronista llegó a Secretario General de la CGT durante el gobierno de Isabelita, en el 76´. Como una muestra de que el peronismo no estaba dispuesto a defender su gobierno, Casildo Herrera fue la expresión descarnada de esta política.
Cuenta la leyenda que el 22 de marzo, dos días antes del golpe, Herrera baja de un catamarán en Uruguay, lo rodean los periodistas y le preguntan por la situación en Argentina, a lo que responde: «YO ME BORRÉ!!!». Esta vergonzosa declaración desnudaba la lamentable política que imponía el peronismo.
“El tiempo pasa”, dice la canción. Pero lo que no pasa, ni cambia, es la política de contener, desviar, frenar la decisión de los trabajadores y el pueblo, expresada hoy en la decisión de que no hay que enfrentar el brutal ajuste que aplica Milei. Para imponer esta política cuenta con la complicidad del peronismo que mantiene las luchas aisladas, con la colaboración de la traidora burocracia sindical peronista. Mientras mantiene esta política de frenar o desviar a los trabajadores, navega en su crisis irresuelta, en un mar de maniobras, roscas, candidaturas. Las “figuras” emblemáticas con las que intenta capear el temporal son: CFK, que más que jefa del PJ, con sus peleítas con Milei por las redes parece una “youtuber”, seguida por Kicillof. Siguen las firmas: con Guillermo Moreno, Juan Grabois, y el infaltable Massa.
Frente a este problema de agachadas y traiciones, démosle la espalda a argumentos tales como: el gobierno está fuerte, no tenemos fuerza. Tenemos la fuerza. De que somos miles por todo el país, que estamos ante esta política de hambre y miseria. Tenemos que dejar de confiar en políticos patronales y confiar en nuestras propias fuerzas, necesitamos construir una herramienta política propia: un partido revolucionario de los trabajadores.