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martes, 18 marzo, 2025

No solo el rojo n. 3: los otros colorantes de alimentos que alertan a los científicos

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Los colorantes sintéticos son ampliamente usados en golosinas y bebidas azucaradas. (Pixabay)

Han pasado más de 10 días desde que el colorante rojo número 3, también llamado eritrosina, fue prohibido por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés). La medida ha resonado en en países como Perú, donde el Ministerio de Salud (Minsa) ha comenzado a exigir a las empresas de la industria alimentaria el reemplazo paulatino de este aditivo.

Estas acciones han sido motivadas por evidencia científica que indica que la eritrosina causa cáncer en roedores. Sin embargo, no es el único colorante con riesgos potenciales para la salud.

El colorante rojo n.° 40 es uno de los más comunes en alimentos y bebidas.

Un análisis en ratones encontró que este colorante podría acelerar el crecimiento de tumores en células del sistema inmunitario.

Asimismo, otras fuentes médicas mencionan que contiene benceno, una sustancia química clasificada como carcinógeno conocido. A pesar de estas preocupaciones, sigue siendo ampliamente utilizado en productos como caramelos, bebidas y postres.

Dos colorantes azules, el azul n.° 1 y el azul n.° 2, también han sido examinados por sus efectos en la salud.

Según un estudio de 2021, el colorante azul n.° 2 ha estado relacionado con un aumento en la incidencia de tumores en ratas. Por otro lado, el azul n.° 1 podría inhibir el desarrollo de células nerviosas, además de estar asociado con retrasos en el desarrollo y problemas de comportamiento en animales.

Una investigación anterior de 2015 indicó que el n°1 puede tener efectos tóxicos en algunas células humanas, lo que plantea preguntas sobre su seguridad.

Hay evidencia científica que alerta sobre colorantes rojos, azules, amarillos y verde. (Imbarex)

El amarillo n.° 5 y el amarillo n.° 6 son otros colorantes que han generado preocupación.

De acuerdo con los resultados de un estudio de hace tres décadas, solo 1 miligramo del colorante amarillo n.° 5 podría afectar negativamente el comportamiento y el estado de ánimo de niños sensibles, causando irritabilidad, inquietud o problemas para dormir.

Ambos colorantes, además, han sido encontrados contaminados con bencidina u otros compuestos cancerígenos, según diversos estudios.

Dado su uso frecuente en alimentos dirigidos especialmente a niños, como golosinas y bebidas, estos hallazgos generan mayor preocupación, ya que los menores son más susceptibles a los efectos de estas sustancias debido a su menor peso corporal y su etapa crítica de desarrollo.

Entre los colorantes artificiales, el verde n.° 3 es el menos utilizado. Sin embargo, un reporte del Centro para la Ciencia en el Interés Público (CSPI) resalta que se ha vinculado su consumo con un aumento significativo de tumores de vejiga en animales.

Aunque su uso es limitado, sigue presente en algunos productos, lo que no excluye por completo su exposición al consumidor.

Los colorantes que llevan los productos alimenticios deben estar indicados en su lista de ingredientes. (Imagen: Salud con Lupa)

Uno de los mayores desafíos para los consumidores es que no hay forma clara de saber cuánto colorante artificial se está ingiriendo. A pesar de que la normativa obliga a listar los nombres de los colorantes en las etiquetas, estas no especifican la cantidad exacta incluida en los productos. Según los expertos, esto dificulta evaluar los riesgos reales asociados con su consumo.

El Environmental Working Group ha señalado que, aunque los efectos agudos puedan ser bajos, la exposición prolongada o los efectos acumulativos a lo largo del tiempo no han sido investigados a fondo.

De hecho, la FDA no ha revisado exhaustivamente estos colorantes desde las décadas de 1960, 1970 y 1980, cuando las herramientas toxicológicas disponibles eran más limitadas.

Por tanto, es posible que los niveles considerados seguros hace décadas ya no sean aceptables según los estándares actuales.

En tanto, los estudios recientes indican que niños podrían ser particularmente vulnerables a los efectos de los colorantes, tanto por su menor tamaño como por su tendencia a consumir más productos ricos en azúcares y colores artificiales brillantes.

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